viernes, 23 de marzo de 2007

“Mediación en contextos de Violencia Intrafamiliar”. Por Andrés Aldunate G.

1-. Introducción

“…Es posible observar a lo largo de la historia, que las conflictivas humanas siempre son en parte una sutil respuesta a la sociedad, a su estructura, a sus valores (o anti valores), a sus costumbres, etc. Los conceptos y temas que son puestos en la sociedad, tanto por medio de los medios de comunicación, como por aquellos sectores políticos de alta influencia en la conformación de la “agenda noticiosa”, son una especie de pauta, que de manera extraña nos van mostrando aquello que es y debemos entender por sociedad… no solo el amor por uno mismo y su familia… la caridad o la importancia de las buenas costumbres… sino que también la guerra y la enfermedad, el peligro de saludar a los desconocidos… o el simple hecho de reconocer, que a veces el enemigo también puede estar en tu propia casa… son algunos de los temas que pasan a ser propios por medio de esa rutina…”.

Con el párrafo anterior, se pretende mostrar de manera bastante genérica, la intención del presente ensayo de abordar cuidadosa y analíticamente uno de los fenómenos que si bien oculto e invisible a los ojos de gran parte de nuestra sociedad, día a día se presenta con más frecuencia e intensidad. Como ya fue señalado, muchos de los temas que se nos ofrecen por parte de la sociedad, son de cierta forma a priori entendidos y analizados por otros, sin mas ejercicio personal que el de optar por cierto tipo de información u otra. Se propone aquí no solo un acceso para el conocimiento y entendimiento de ciertos fenómenos, sino que además un juicio crítico que considera tanto aspectos teóricos como prácticos, tanto elementos sociales como personales o psicológicos.

Se expondrán en la primera parte del presente ensayo, algunas de las principales características del fenómeno de la Violencia Intrafamiliar, identificando así algunos elementos teóricos que no solo la describan, sino que además la expliquen en tanto su ocurrencia y mantención a lo largo del tiempo.

Otro tema que será considerado en el desarrollo teórico del presente ensayo, será el de la mediación en tanto recurso disponible para las personas que pretenden por mutuo acuerdo llegar a alguna especie de arreglo o compromiso. El vinculamiento del tema de la violencia intrafamiliar respecto de la mediación, será entendido teóricamente como una opción, en el sentido de la existencia de un conflicto, y la necesidad de llegar a alguna solución.

Algunos autores proponen que esta relación es posible y que aparentemente en la práctica presentaría muchos beneficios, mientras que por otro lado algunos autores, haciendo alusión a elementos teóricos y prácticos, proponen como imposible e incompatible en casos de violencia intrafamiliar, el utilizar la mediación como mecanismo que de solución a parte de los problemas que se puedan presentar.

En resumen, el presente ensayo tratará principalmente el tema de la relación existente entre los casos de violencia intrafamiliar y la mediación como estrategia resolutiva ante los distintos conflictos que se puedan presentar en este ámbito, todo, entendido en un primer momento desde un perspectiva teórica, para luego realizar un análisis crítico respecto de las posibilidades reales de llevar a cabo estas intervenciones.
2-. Violencia Intrafamiliar y Mediación

2.1-. Aspectos teóricos respecto de la Violencia Intrafamiliar

En primer lugar, resulta de vital importancia el mostrar algunas de las definiciones que se han ofrecido respecto de la violencia intrafamiliar (Gálvez, J. 2006);

Según Astelarra, hay que dar un énfasis en los valores culturales. Se plantea que es el producto de la existencia de rasgos patriarcales en el ámbito de la sociedad y la familia que, al entrar en contradicción con los valores de igualdad y libertad, generan una nueva gama de conflictos.

Según Gelles y Straus, la violencia se define considerando la intencionalidad de la acción. La violencia sería un acto llevado a cabo con la intención de causar un daño físico a otra persona (desde una cachetada a daños más graves que puede ser la muerte).

Según Anthony y Miller, se debe destacar el efecto de la violencia. Se entiende así como un acto cometido dentro de la familia por uno de sus miembros, que perjudicaría gravemente la vida, el cuerpo y la integridad psicológica o la libertad de otro miembro de la familia.

Según Meyer, quien describe los diferentes tipos de agresión que se dan en la Violencia Intrafamiliar. Define violencia doméstica al abuso que ocurre entre miembros de la familia, en la pareja o entre personas que en algún momento de su vida han vivido conjuntamente, ocurre en la casa y consiste en:

· agresión física
· agresión sexual
· Abuso emocional (degradación psicológica, humillación verbal, continuas amenazas de abandono, amenaza de agresión física, chantaje económico, y reclusión en el hogar).

Considerando las distinciones teóricas que se señalan en la parte anterior, es posible identificar distintos aspectos, contextos y contenidos de la Violencia Intrafamiliar. En este sentido es posible plantear lo siguiente, si bien la Violencia Intrafamiliar, es entendida como cualquier acto de agresión o violencia respecto de otro que se parte del hogar (violencia doméstica), dichas conductas, y la caracterización de las relaciones que se van definiendo en estos contextos, debe ser entendidas desde una mirada un tanto más general, considerando factores sociales y económicos, culturales y educacionales, entre otros. A continuación, se enumerarán algunas de las clasificaciones que se han encontrado en la literatura respecto de la violencia y sus manifestaciones, con la finalidad de dar sentido y fundamento a un análisis posterior respecto de la naturaleza de las relaciones interpersonales e intrapersonales que se establecen en condiciones de abuso y/o de violencia.

a-. Violencia laboral: discriminación laboral y salarial (discriminación en el acceso al trabajo y para el ascenso a cargos superiores o directivos; diferencias salariales desempeñando un mismo cargo; asedio sexual en el trabajo, acoso por un superior jerárquico afecta la obtención de un trabajo la estabilidad y las posibilidades de ascenso).

b-. Violencia en los medios de comunicación: pornografía; publicidad (prensa, radio, TV); lenguaje utilizado para referirse a las mujeres; concepto estereotipado de mujer que se transmite y refuerza).

c-. Violencia institucional: violencia política (represión y tortura); agresión relacionada con la violencia carcelaria contra las reclusas; violencia en la atención de salud (parto por cesáreas innecesarias e inconsultas, esterilización inconsulta, planificación familiar obligada, maltrato presente en la relación médico-paciente).

d-. Violencia racial: manifestación extrema de discriminación que sufren las mujeres de color, las indígenas y grupos étnicos. Si bien es cierto afectan de manera similar a los hombres, en el caso de las mujeres se agudiza por su condición de género.

e-. Violencia sexual: cruza los ámbitos sociales; prostitución; violación; tráfico de mujeres y el turismo sexual; mutilación sexual y venta de novias.

f-. Violencia doméstica: la que afecta a una mayor cantidad de mujeres, sin distinción de edad ni condición económica; transcurre en el hogar.

Si bien la temática central del presente ensayo, consiste principalmente en los casos de violencia doméstica, es posible evidenciar ciertas características comunes en la clasificación que se hizo anteriormente, respecto de ciertos aspectos constitucionales de las manifestaciones de la violencia. La agresión por un lado, independientemente de la intención del agresor, el simple hecho de causar un daño a otro (s), indistintamente del tipo de daño (físico, emocional, social, psicológico, etc.) es una de las características centrales, pero también una de las más evidentes. Por otro lado, un elemento que se observa en las relaciones definidas desde la violencia (tanto en el caso de la intrafamiliar o doméstica, como en sus otras manifestaciones), es la jerarquía existente entre agresor y agredido. Elemento que tanto práctica como teóricamente se presenta como uno de los elementos más dañinos y también mantenedores de la situación de violencia.

Las relaciones de poder y subordinado, o de agresor y víctima, son un elemento definitorio en las relaciones de violencia, ya que este elemento más propio de la esfera psicológica, no solo se encuentra en todas las relaciones de violencia, sino que es uno de sus elementos más dañinos. Dadas estas relaciones, las personas se van definiendo a sí mismas desde la condición de abusados (o abusadores) y se van identificando con su rol y condición dentro de esta relación, llegando incluso a validar y mantener en algunos casos el abuso y la agresión.

Este último elemento es considerado vital respecto del encuadre de las intervenciones en violencia intrafamiliar, independientemente del tipo o estructura que se proponga. Siempre se deberá considerar a la base, no solo el hecho de una evidente relación jerárquica de poder entre los familiares (abusador y abusado), sino que además el aspecto psicológico involucrado en estas situaciones. Se debe entender que las personas se entienden a sí mismas desde las relaciones, y en el caso de la violencia, dichas definiciones implican un gran peso y daño para las personas involucradas.

Por último, tratando de abordar los temas más relevantes pero también siendo sintéticos en cuanto a la exposición de los temas teóricos, se presentará un ciclo muy referido en la literatura respecto de las relaciones basadas en la violencia y el maltrato.

a-. Fase 1. Acumulación de tensión

A medida que la relación continúa, se incrementa la demanda así como el stress. Hay un incremento del comportamiento agresivo, más habitualmente hacia objetos que hacia la pareja. Por ejemplo, dar portazos, arrojar objetos, romper cosas.

El comportamiento violento es reforzado por el alivio de la tensión luego de la violencia.
La violencia se mueve desde las cosas hacia la pareja y puede haber un aumento del abuso verbal y del abuso físico. La pareja intenta modificar su comportamiento a fin de evitar la violencia. Por ejemplo: mantener la casa cada vez más limpia, a los chicos más silenciosos, etc.
El abuso físico y verbal continúa. La mujer comienza a sentirse responsable por el abuso.
El violento se pone obsesivamente celoso y trata de controlar todo lo que puede: el tiempo y comportamiento de la mujer.

El violento trata de aislar a la víctima de su familia y amistades. Puede decirle, por ejemplo, que si se aman no necesitan a nadie más, o que los de afuera son de palo, o que le llenan la cabeza, o que están locos etc.
Esta fase difiere según los casos. La duración puede ser de semanas, días, meses o años. Se va acortando con el transcurrir del tiempo.

b-. Fase 2. Episodio agudo de violencia

Aparece la necesidad de descargar las tensiones acumuladas. El abusador hace una elección acerca de su violencia. Decide tiempo y lugar para el episodio, hace una elección consciente sobre qué parte del cuerpo golpear y cómo lo va a hacer.

Como resultado del episodio la tensión y el stress desaparecen en el abusador. Si hay intervención policial él se muestra calmo y relajado, en tanto que la mujer aparece confundida e histérica debido a la violencia padecida.

c-. Fase 3. Etapa de calma, arrepentimiento o luna de miel

Se caracteriza por un período de calma, no violento y de muestras de amor y cariño.
En esta fase, puede suceder que el golpeador tome a su cargo una parte de la responsabilidad por el episodio agudo, dándole a la pareja la esperanza de algún cambio en la situación a futuro. Actúan como si nada hubiera sucedido, prometen buscar ayuda, prometen no volver a hacerlo, etc.

Si no hay intervención y la relación continúa, hay una gran posibilidad de que la violencia haga una escalada y su severidad aumente. A menos que el golpeador reciba ayuda para aprender métodos apropiados para manejar su stress, esta etapa sólo durará un tiempo y se volverá a comenzar el ciclo, que se retroalimenta a sí mismo.

Luego de un tiempo se vuelva a la primera fase y todo comienza otra vez.
El hombre agresor no se cura por sí solo, debe tener un tratamiento. Si la esposa permanece junto a él, el ciclo va a comenzar una y otra vez, cada vez con más violencia.
Ya se han revisado algunos de los aspectos centrales de la Violencia Intrafamiliar en tanto a sus antecedentes teóricos, tanto sus definiciones como características, sus implicancias y circuitos mantenedores han quedado ya expuestos brevemente en el apartado anterior.

A continuación, se revisarán algunos aspectos teóricos asociados a la mediación en tanto recurso existente para las personas que se encuentran en una situación de conflicto inter personal, que buscan solucionar, mejorar o cambiar sus condiciones de vida, mediante la resolución de dichos conflictos.

2.2-. Aspectos teóricos de la mediación familiar

La mediación familiar se inició, en la segunda mitad de los años 70, en Estados Unidos y con el tiempo ha ido extendiéndose a otros países y a nuestro entorno.
La mediación surge para intentar dar una salida extrajudicial al gran número de conflictos familiares, laborales y sociales, que colapsan el sistema judicial.

La mediación familiar parte de un presupuesto inicial: las familias tienen sus propios recursos para tomar sus propias decisiones (Bolaños, 1996). He podido comprobar por mi misma, a través de mi experiencia como mediadora, la importancia de estas palabras.
Es posible plantear que la mediación familiar es un procedimiento voluntario que persigue la solución extrajudicial de los conflictos surgidos en su seno, en el cual uno o más profesionales cualificados, imparciales, y sin capacidad para tomar decisiones por las partes asiste a los miembros de una familia en conflicto con la finalidad de posibilitar vías de diálogo y la búsqueda en común del acuerdo.

Es importante resaltar de esta definición el papel del mediador, como persona imparcial y neutral, que no es protagonista del proceso de mediación. Ha sido y será complicado que nos quitemos nuestro sombrero como psicólogos, abogados, trabajadores sociales, educadores y nos pongamos el uniforme de mediador. Nosotros como terapeutas de pareja o de familia adoptamos un papel activo y relevante durante toda la terapia, proporcionándoles recursos o técnicas para que hagan frente a sus problemas y les aconsejamos cuando nos lo piden y en ocasiones también cuando no lo hacen. Por tanto, muchas veces sin darnos cuenta siguiendo nuestro protocolo de actuación nos estamos olvidando de la esencia de la familia, de la esencia de la pareja, de que son ellos y no nosotros los que tienen en sus manos el poder de hallar una solución a sus problemas.
Las negociaciones pueden tener lugar cuando las partes en una disputa han reconocido su existencia, acuerdan la necesidad de resolverla, y se comprometen activamente en un proceso diseñado para solucionar la misma (Haynes, 1993).

Hoy en día, podemos darnos cuenta del gran número de problemas que tienen que afrontar las familias: desempleo, separaciones, problemas de comunicación con los hijos, problemas de comunicación con la pareja, violencia doméstica.
Y todo ello, va paralelo a los cambios que se producen en nuestra sociedad y en la estructura familiar, dejando paso la familia extensa a la familia nuclear y la familia monoparental.
La mediación como proceso que facilita la comunicación entre personas que están en conflicto intenta mostrar un camino hacia la solución de los problemas familiares.

Al igual que en todos los procesos definidos, existen una seria de características que deben ser consideradas respecto de la mediación familiar. Algunas de las características principales son;

- El proceso de mediación familiar es voluntario y puede ser suspendido a petición de un miembro de la pareja, de los dos o del mediador.

- Se trata de que la pareja llegue a acuerdos aceptados en común sobre las consecuencias de su separación y por tanto, siendo responsables únicos en la toma de dichas determinaciones se constituyan en acuerdos perdurables.

- Los acuerdos deben de llevarse a cabo en un clima de cooperación y mutuo respeto entre las partes implicadas.

- Se tienen en consideración las necesidades de todos los componentes de la familia, especialmente las de los hijos.

- El contenido de las entrevistas y de los informes es confidencial y bajo ningún concepto pueden constituir objeto de prueba ante un tribunal.

- Se exige la colaboración de los usuarios en la búsqueda de la información necesaria para la generación de alternativas de negociación.

- La búsqueda de alternativas relacionadas con las responsabilidades parentales, así como todo lo que tiene que ver con los hijos, tendrá como objetivo primordial el interés del niño.

- Los usuarios se comprometen a no entablar y a suspender las acciones judiciales contenciosas que pudieran existir durante el proceso de mediación ya que su objetivo es conseguir una acción consensuada.

Se observa así, que en ciertos casos, dependiendo tanto de las personas que asisten a mediación, de la calidad profesional y ética del mediador (es), y de la naturaleza del conflicto, la mediación podría ser un recurso bastante útil, en donde no solo se dejan de lado ciertos recursos y procedimientos legales, sino que además cuando ésta es llevada por un buen camino, los tiempos, costos (no solo monetarios) y recursos de diverso tipo que son invertidos en el proceso, disminuyen.

La mediación, en tanto recurso orientado a resolver distintos tipos de conflicto, presenta así gran utilidad, evidenciándose además en los últimos tiempos un aumento en la demanda de mediadores y así de procesos paralelos a lo judicial, que resultan ser tanto o más efectivos que muchos otros procesos mantenidos y utilizados durante mucho tiempo.

3-. Discusión

Evidentemente, el tema del presente ensayo no consiste en hacer un juicio respecto de la mediación, de su utilidad o eficiencia, de sus relevancias teóricas, ni de ningún aspecto en la cual ésta pueda ser entendida en sí misma con independencia de los conflictos que se pretenden resolver. Tampoco se pretende establecer un debate respecto de los distintos juicios y análisis posibles de realizar respecto de las causas originarias o mantenedoras de la violencia intrafamiliar, ya que ambos temas, mediación y violencia intrafamiliar, implican un conocimiento, estudio y análisis superiores a los realizados en la presente.

Ambos temas se han expuesto por separado a lo largo del presente ensayo, con la finalidad de facilitar su comprensión y la identificación de sus características más significativas y constitucionales, objetivo que hasta cierto punto, se da por logrado. El tema ahora, es el lograr adoptar una postura crítica y analítica respecto de la utilidad o relevancia que los procesos de mediación familiar puedan tener en casos de violencia intrafamiliar, considerando no solo las definiciones tradicionales del proceso, sino que además las implicancias de la mediación en tanto proceso desarrollado “entre iguales” y las consecuencias de las relaciones definidas desde la violencia, en donde no solo se da una pauta interpersonal de abuso y agresión, sino que además una marcada tendencia a mantener una conflictiva intrapersonal respecto de la situación padecida, fenómeno que además, resulta tan mantenedor de la violencia, como lo son los ciclos definidos en la primera parte de este ensayo.

Sin pretender atacar aquellos elementos constitutivos de la mediación, se propone una cierta incoherencia en tanto sus características centrales y su aplicación en casos de violencia intrafamiliar, independientemente de los motivos que las personas tengan para recurrir a ésta. La equidad, igualdad de condiciones, la ausencia de jerarquías, la ausencia de relaciones de poder, etc. como característica central de los procesos de mediación en tanto la relación que exista entre las partes, aparece reiteradamente en la literatura (con todos esos nombres y muchos otros), considerando que esta condición, debe ser real y asumida de manera anterior al desarrollo de cualquier proceso de mediación.

La coherencia se hace evidente al mantener la idea de que las relaciones en las cuales se mantiene una condición de violencia intrafamiliar, independientemente del tipo o naturaleza de la violencia, la relación siempre estará definida desde el poder de un por sobre el otro y será constante en ella la presencia de jerarquías.

Este elemento, si bien menor en tanto a todas las características que se proponen necesarias para el desarrollo de un proceso de mediación, implica no solo el riesgo de un fracaso en el proceso de mediación, sino que además de aquella parte del conflicto que está situada por debajo de la jerarquía. La imposibilidad de proponerse como iguales y desde ahí, de ser claros y sinceros respecto de lo que se desea en tanto relación y resolución del conflicto, puede ser un factor o indicador de fracaso de gran relevancia.

Por otro lado, considerando ahora la naturaleza de las dinámicas y relaciones que se presentan en los casos de violencia intrafamiliar, se hace una distinción en dos tipos de relaciones evidentes, las cuales, también debiesen ser consideradas de manera previa a la realización de un proceso de mediación. La primera de éstas, ya fue descrita en el párrafo anterior, “las relaciones interpersonales” se caracterizan por la presencia de diferencias de poder y jerarquías, mientras que las segundas, “las relaciones intrapersonales”, que cobran una importancia vital en la experiencia de los participantes de estas dinámicas de violencia intrafamiliar, si bien no son objeto de la mediación (ya que estos procesos solo consideran como objetos de mediación los conflictos interpersonales), tiñen e influencian cada parte del proceso, ya que definen una forma individual de pararse ante el mundo y a los otros, de entenderse a sí mismos y de valorarse (o no) en las relaciones que forman parte de sus vidas.

Este último elemento, las relaciones o conflictivas intrapersonales que se expresan claramente en las relaciones de violencia intrafamiliar, no son tema de la mediación, pero pueden ser fácilmente consideradas como variables intervinientes que afectarán en mayor o menor medida el proceso y resultado de la intervención. El no considerar este elemento, a juicio de los autores del presente ensayo, es el limitar las expectativas de la intervención y disminuir las posibilidades de observar cambios reales y significativos luego del proceso de mediación.

No se propone por otra parte que los mediadores deban incluir en sus procesos un aspecto terapéutico en sus intervenciones, tampoco se plantea que la formación en psicología es vital para el desarrollo de estos casos, ya que siendo definidos los parámetros y objetivos de toda intervención “mediadora”, son otros los profesionales los que deberían hacer un trabajo previo con las partes que pretenden desarrollar un trabajo de mediación.

El rol de la psicología en este sentido, orientado a facilitar el éxito de los procesos de mediación en casos de violencia intrafamiliar, es no solo incuestionable, sino que además vital y necesario. El trabajo previo, y también en conjunto, entre mediadores y psicólogos, junto a otros profesionales de la salud asociados a este tipo de casos, es un recurso que se debe incluir tanto teórica como prácticamente, ya que de lo contrario, ciertos procesos se hacen innecesarios y si bien los tiempos y costos de las partes pueden disminuir, los riesgos vitales, psicológicos, físicos y personales, simplemente se mantienen o aumentan.