sábado, 9 de diciembre de 2006

Vínculos afectivos significativos y la definición del sí mismo. Por Andrés Aldunate G.

La teoría del apego desarrollada por John Bowlby se constituye como un marco explicativo tanto de la conducta de apego, como de los apegos que desarrollan los niños con otros individuos, y que se caracterizan por ser un apego duradero en el tiempo (Bowlby, 1998). Toma relevancia para la teoría del apego, la forma en que el niño se relaciona con su cuidador o con alguna figura significativa para él (representando éste para el niño una fuente de protección y seguridad), es decir, del apego que el niño tiene con éste, y de las conductas que llega a desarrollar, con el fin de acercarse a un otro que es definido como protector. Esta manera determinada de relacionarse con su figura de apego, va a influir de manera significativa en el cómo el sujeto (niño) desarrollará pautas de relación con los demás en el futuro, que guiarán su conducta a la hora de relacionarse en, y con el mundo (Bowlby, 1995).

Es importante el distinguir entre “conducta de apego” y “apego”. Se entiende por apego a la disposición a comportarse de tal manera, en que el sujeto se muestre absolutamente dispuesto a buscar la proximidad, y así lograr el contacto con otro, manifestando este tipo de disposición especialmente en situaciones especificas. La disposición del sujeto a comportarse de esta determinada manera, se constituye como un atributo que presenta la persona apegada, y que se caracteriza por ser persistente en el sujeto, que se va modificando lentamente a través del tiempo, y que no se ve alterada de manera inmediata por situaciones especificas. Por el contrario, al hablar de conducta de apego, se alude principalmente a las distintas conductas que pueden llegar a ser desplegadas por un determinado sujeto, a fin de obtener una proximidad y contacto con otro, y para mantenerla en el tiempo. De esta manera, la conducta de apego puede manifestarse en distintas circunstancias, y con distintas personas, ya que su objetivo es lograr la proximidad con otro, y no se constituye como un apego duradero, o también definido como un vinculo de apego, que se limita solo a unas pocas personas (Bowlby, 1998).

La teoría del apego plantea que es de relevancia para el desarrollo del sujeto el establecimiento de lazos emocionales íntimos con determinados individuos, siendo esto algo propio de la naturaleza humana. La capacidad del ser humanos de desarrollar lazos emocionales íntimos, se considera un aspecto fundamental y de gran relevancia en cuanto al funcionamiento afectivo de la personalidad y de la salud mental, y puede el sujeto desempeñar, tanto el papel de buscador de cuidados, o el que otorga cuidados y protección a otro, siendo estas dos modalidades consideradas, desde la teoría del apego, como propio de lo humano (Bowlby, 1995).

El vínculo cumple un rol fundamental en el desarrollo de todo sujeto, ya que guía el desarrollo del sí mismo, otorgándole un sentido de unicidad y particularidad a la experiencia del sujeto (Peillard y Valentino, 2003). De esta manera, el establecer lazos emocionales íntimos con los demás, le da la posibilidad al sujeto de tener una visión comprensiva y organizada de los factores y elementos que influyen en la estructuración de su auto conocimiento, es decir, en como el sujeto va a ordenar y darle un significado a la experiencia (Guidano y Liotti, 1985 en Balbi, 1994).

Según Guidano (1995), todo ser humano, a la hora de su nacimiento, viene con una cierta gama de tonalidades emocionales, difíciles de diferenciar y bastante difusas, pero que se van organizando y estructurando a través de la sintonía que van desarrollando con sus cuidadores (o figuras de apego). De esta manera, se van relacionando dichas tonalidades emocionales con determinadas percepciones, acciones y situaciones específicas, por lo que se da pie a la configuración de esquemas emotivos por parte del sujeto. Los esquemas emotivos generan un estado de reciprocidad en el vínculo que tiene el niño con su figura de apego, lo que le da la pauta al niño, para desarrollar una percepción y evaluación respecto de sí mismo y de su relación con el mundo, en cuanto a la proximidad que éste tiene con sus otros significativos (Guidano, 1995 en Peillard y Valentino, 2003).

A partir de del desarrollo de los vínculos de apego entre el niño y sus figuras significativas, el niño ira estructurando y dándole una coherencia a su vivenciar en el mundo, lo que le permitirá diferenciarse respecto de los demás, adoptando una manera característica de percibir y referirse el mundo y de definirse a sí mismo en él (Guidano, 1994). De ésta manera, el niño va construyendo internamente modelos operantes, respecto de su figura significativa, y también de sí mismo en cuanto a su relación con dicha figura, lo que influirá en la organización de la experiencia, ya que permitirá transformar la experiencia intersubjetiva en conocimiento personal (Guidano, 1994). El concepto de modelo operante fue desarrollado por Bowlby en 1969, entendiendo por esto a los mapas cognitivos, representaciones o esquemas que un individuo tiene respecto de sí mismo, en cuanto a su entidad física, psíquica y la de su entorno (Balbi, 1994).

Por lo tanto, desde el enfoque constructivista, se puede plantear que el apego se constituye como un proceso auto referencial, que se torna indispensable para el sujeto a la hora de construir un sentido de sí mismo que sea coherente y permanente en el tiempo (Balbi, 1994; Peillard y Valentino, 2003). Balbi (1994) señala a medida que el niño va creciendo, y por lo tanto, va desarrollando sus estructuras cognitivas, o modelos operacionales en términos de Bowlby, se van pautando y complejizando de modo progresivo las relaciones vinculares que el niño fue conservando a lo largo del tiempo con su figura significativa. Es a partir de aquí que surgen los patrones vinculares familiares, que serán determinantes en la organización del significado personal desarrollado por cada sujeto (Balbi, 1994).

Balbi (1994) señala que la calidad del vínculo afectivo, llegará a determinar el tipo y la calidad de las emociones, que puede llegar a experimentar el niño en desarrollo, y que por lo tanto, podrá llegar a reconocer como propias. Es así que se concibe que la percepción que tenga el niño respecto de su figura de apego, va a influir de manera significativa y determinante en cómo el niño se llegará a percibir a sí mismo, y por lo tanto en la evaluación que éste haga de sí.


Fuentes Utilizadas


- Balbi, J. (1994). “Terapia cognitiva posracionalista. Conversaciones con Vittorio Guidano”. Buenos Aires – Argentina. Editorial Biblos.

- Bowlby, J. (1998). “El apego y la pérdida. La separación”. (Vols. 2). Barcelona – España. Editorial Paidos Ibérica, S. A.

- Guidano, V. (1994). “El sí mismo en proceso”. Barcelona - España. Editorial Paidos.

- Guidano, V. (1995). “Desarrollo de la terapia cognitiva post- racionalista”. Consultado en Instituto de Terapia Cognitiva INTECO. Santiago de Chile, el día 30/08/2005.

- Peillard, R. y Valentino, F. (2003). “Efectos psicológicos de los vínculos tempranos en la función inmunológica del organismo”. Tesis para optar al grado de licenciado en psicología. Escuela de psicología, Universidad Central de Chile.

- Aristegui, R. 2000.
Examen del constructivismo en psicoterapia. La crítica del cognitivismo post racionalista a los
fundamentos de correspondencia de la psicoterapia tradicional
Consultado en Mayo, 5 del 2005
Disponible en http://rehue.csociales.uchile.cl/publicaciones/moebio/07/frames07.htm

No hay comentarios: